El alzheimer y la música
Son numerosas las investigaciones neurocientíficas que ponen de manifiesto la relación, que roza lo mágico, entre música y alzheimer. Las melodías y las letras de las canciones ralentizan claramente la pérdida de memoria y mejoran el lenguaje.
Sin embargo, no hay nada más científico que lo que nuestros ojos son capaces de ver y los de nuestro centro han visto como enfermos en las fases más avanzadas son los que ofrecen una respuesta emocional más evidente y poderosa ante la música, con un efecto más que beneficioso para su estado de ánimo y bienestar. El efecto en el cerebro es inmediato. Al oír la música, rápidamente despiertan del ensimismamiento que les invade en muchos casos, reaccionan, lloran, ríen, se concentran y fijan la mirada perdida.
Con la escucha musical se desarrollan respuestas automáticas positivas a dos niveles: el cognitivo y el emocional. Efectos que se producen incluso en personas con amnesia casi total, afasia severa (incapacidad para comunicarse) y sin movilidad. Eso sí, la reacción solo se produce con canciones reconocidas por ellos, aquellas que forman parte de la banda sonora de su vida.
Cada enfermo con demencia es un mundo y las evoluciones son muy diversas derivadas de factores muy distintos y complejos, pero hay patrones comúnes. En relación a los sentidos, lo primero que pierden es el olfato y lo último, casi siempre, es el oído.
Aunque pueda parecer magia que alguien cante pero no hable, posee una potente base científica. Las últimas áreas que se eliminan en un cerebro devastado por la enfermedad son dos: las encargadas de la memoria musical y las que permiten sentir emociones.
La música queda registrada en áreas diferentes de las del resto de recuerdos y mientras que todas esas zonas van llenándose de oscuridad, que se traduce en el olvido y deterioro cognitivo, la zona de almacenamiento musical se mantiene vívida con el paso del tiempo.
La música además de ofrecer ser una alternativa y complemento a las terapias farmacológicas, siendo menos costosas, con menos efectos secundarios, y más centrado en la persona y en su calidad de vida.